Desde aquel día de invierno en que se conocieron hasta el sábado 6 de julio en el que se unieron en matrimonio en el entorno mágico de Los Claustros de Ayllón, la única prioridad de ROCÍO y TITÍN ha sido la felicidad del otro.
Aquel primer día estuvieron solos, rodeados de montañas y laderas nevadas, y en el día de su boda les acompañaron, además del sol del verano, las palabras de sus emocionados familiares y sus orgullosos amigos. Recibí sus gestos y palabras de gratitud y agradezco enormemente los elogios por parte de sus invitados hacia mi labor como el Maestro de Ceremonias de su boda. Fue un privilegio. Eso me lo llevo conmigo. Por muchos años más de amor. ¡Enhorabuena, ROCÍO y TITÍN!